Explota el sol al alba, empujando al amanecer con rayos rojizos y tímidos despreñando a la madrugada, ganó sitio el sol a la luna, y en un silencio absoluto nace
el día,
en una acostumbrada y
perpleja pesadumbre,
en la maltrecha y solitaria ciudad, donde sonámbulo no
acierto
a encontrar el sitio que en ella me corresponde,
la nefasta rutina acomodada en una vida sedentaria y
solitaria
como la misma soledad, tienen el mismo fin, a través del
mismo pensamiento cotidiano, repetitivo, unitario, y ruin,
como el desanimo oculto que hay en mi.
Agónico día que antes de nacer muere, por el paso momentáneo
de unas nubes tan grandes como espesas y amenazadoras,
de poco sirvió el alumbramiento de la madrugada, al parir un
día tan desértico y asolado, tan incierto, tan oscuro como mi futuro, y tan
vacío como mi pensamiento,
que es la única forma de liberación que tengo dentro del
círculo lo inevitable de un consumismo prospero y de una soledad inoportuna,
abatido por la necesidad de un poco de libertad real, dejo mi mente en blanco
allí donde mis sueños se pierden para poder recuperar el camino que borraron
tus recuerdos en la trágica e inoportuna búsqueda de la libertad de mi
subconsciente, avalada por el sueño, impera en el campo placentero del
pensamiento, confundiendo esa vivencia soñada, con la cruda realidad.
Día pésimo, de colores plomizos, amenazando lluvia, y
oliendo a café, cabizbajo y pisando el agua de la lluvia, solitario cruzo la
calle con destino a ninguna parte, olvidado en el tiempo rodeado de nada con el
cansancio acumulado de una sobredosis de nostalgia y una pizca de tristeza
acumulada. Me siento perdido, hallado en ninguna parte, allí donde voy quizá
que no encuentre a nadie, y si hay alguien, quizá no sepan quien soy.
La soledad que rodea mi cuerpo abre un camino a la
esperanza, como ese rayo de sol que sale
y vuelve a perderse entre las nubes buscando como yo, aquello que sabiendo que
existe pero que no encuentra.
A. Lozano
7/5/2011
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